domingo, 4 de mayo de 2014

Enfermedad de Alzeimer y el DDT

En primer lugar me gustaría recordar en que consiste la enfermedad de Alzeimer, la cual todos hemos escuchado alguna vez, para a continuación explicar que es el DDT, y así poder entender mejor el estudio que ha relacionado ambos conceptos y comprender lo peligroso del uso de dicha sustancia.

La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad irreversible y progresiva del cerebro que lentamente destruye la memoria y las aptitudes del pensamiento, y con el tiempo, hasta la capacidad de llevar a cabo las tareas más simples. En la mayoría de las personas afectadas con esta enfermedad, los síntomas aparecen por primera vez después de los 60 años de edad.





El Alzheimer es la causa más común de demencia en las personas mayores. La demencia es la pérdida del funcionamiento cognitivo, o sea, pensar, recordar y razonar, a tal grado que interfiere con la vida y las actividades diarias de una persona.



Los problemas de la memoria son una de las primeras señales del Alzheimer. A medida que la enfermedad va avanzando, la pérdida de la memoria continúa y surgen cambios en otras capacidades cognitivas. Los problemas pueden incluir perderse, dificultad para manejar el dinero y pagar las cuentas, repetir las preguntas, tomar más tiempo para completar las tareas diarias normales, juicio deficiente y pequeños cambios en el estado de ánimo y en la personalidad. Las personas frecuentemente son diagnosticadas durante esta etapa.




Enfermedad de Alzheimer muy temprana

Enfermedad de Alzheimer leve a moderada

Enfermedad de Alzheimer severa


A medida que el Alzheimer avanza, los ovillos neurofibrilares se extienden por todo el cerebro (señalados en azul). Las placas también se extienden por todo el cerebro, empezando en la neocorteza. Cuando llega la fase final, los daños se han extendido ampliamente y los tejidos del cerebro se han encogido considerablemente.


El DDT (diclorodifeniltricloroetano) es un insecticida organoclorado sintético de amplio espectro, acción prolongada y estable, aplicado en el control de plagas para todo tipo de cultivos desde la década del cuarenta.


Tiene aplicación industrial y doméstica.Su potencial ecotóxico reside en que mata a los insectos por contacto, afectando su sistema nervioso. Su efecto tóxico, luego de ser aplicado, se conserva durante años (alto poder residual); un campo tratado con DDT conserva, luego de diez años el 50% de la cantidad aplicada. Se calcula que desde su invención en 1939 se han consumido, mundialmente, un millón de t, gran parte de las cuales se encuentran aun dispersas en aguas, tierras y organismos.


Su acción no es selectiva, su aplicación provoca no sólo la muerte inmediata y masiva del insecto plaga, sino también la de insectos benéficos y a mediano y largo plazo la de infinidad de otros organismos (peces, aves y mamíferos).


Una vez aplicado se dispersa y difunde tanto sobre el medio terrestre como el acuático. Se han encontrado pingüinos y focas en la Antártida y en el Ártico contaminados con DDT.


Estas características y la propiedad bioquímica de acumularse en el tejido adiposo (grasas), provocan que este insecticida ingrese en la red trófica de los ecosistemas y se acumule y concentre en los órganos de los animales (bioacumulación) provocando intoxicación y muerte masiva, en muchos casos.



Los mutantes sobrevivientes al DDT desarrollan resistencia a esas dosis lo que implica el posterior empleo de una dosis mayor para controlar las nuevas poblaciones de la plaga, generando así un incremento constante en las cantidades aplicadas.



Este producto permitió mejorar sensiblemente el rinde de las cosechas destinadas a la alimentación humana y significó un importante elemento en la denominada Revolución Verde de la agricultura. Lamentablemente, su uso indiscriminado y su mal manejo aparejaron las consecuencias ecotóxicas mencionadas.

El consumo humano de alimentos de origen animal contaminados con DDT provoca su acumulación y posterior intoxicación, los casos agudos presentan alteraciones gastrointestinales, trastornos neurológicos y parálisis muscular; si la dosis es elevada puede sobrevenir la muerte por paro respiratorio.

El DDT constituye un producto de elevada toxicidad ambiental y humana y de escasa o nula biodegradabilidad, razón por la cual, en muchos países, su uso fue restringido y/o prohibido.

Visto esto, entendemos la notable peligrosidad del producto debido a lo extendido que estuvo en sus formulaciones hace no muchas décadas y que debido a su acumulación en el organismo, el peligro se multiplica y quizá es por ello que nuestros mayores estén padeciendo diversas enfermedades, antes desconocidas.

Las personas con enfermedad de Alzheimer tienen niveles significativamente más altos en la sangre de DDE, el metabolito más persistente del pesticida DDT, según un estudio de investigadores de Estados Unidos 

Los resultados del estudio no permiten afirmar que el DDT es la causa desencadenante del Alzheimer en las personas estudiadas pero en la compleja evolución de esta enfermedad neurodegenerativa, todo parece indicar que substancias como el DDT pueden ser un factor desencadenante

En concreto la presencia de DDE era cuatro veces mayor en relación con los controles, lo que según los autores del estudio había multiplicado por 4 el riesgo de desarrollar la enfermedad. Un riesgo equivalente al del principal factor conocido que predispone a esta patología neurodegenerativa: el gen Apoe4. En el estudio comprobaron que los pacientes este gen y niveles altos de DDE sufrían un deterioro cognitivo aún más grave que los pacientes sin el gen de riesgo.

El polémico plaguicida ha sido fundamental para luchar contra la malaria, por lo que en 2006 la OMS decidió volverlo autorizar para luchar contra los mosquitos que la transmiten, que en su ausencia se cobraban cada año muchas vidas.

Todavía estamos expuestos a esta sustancia química, advierten los investigadores, porque consumimos productos alimentarios de países donde está autorizado su uso en agricultura y porque el DDEpersiste en el ambiente durante mucho tiempo. 

El DDT persiste en el organismo entre 8 y 10 años y debido a la exposición continua y su larga vida media, el metabolito DDE se acumula en los tejidos a medida que las personas envejecen. Esta observación podría ayudar a explicar por qué la edad es, con mucho, el principal factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer 

Los investigadores han encontrado también un posible mecanismo por el que el DDE y el DDT ejercen sus presuntos efectos perniciosos en el cerebro. Cuando estos compuestos se añaden a cultivos de neuronas en concentraciones equivalentes a las de los participantes en el estudio con niveles más altos, aumenta la proteína precursora de la beta-amiloide, el principal componente de las placas que se observan en el cerebro de las personas con alzhéimer. 


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